Martires

 

El 25 de mayo de 1907 cuando nace en Palencia Vizcaya, en la madre patria España, Antonio Eguia Olivares, el “vizcaíno”  hijo de Don Leandro Eguia y de Doña Amalia Olivares.

Ahí en Vizcaya transcurrió traviesa y serenamente su infancia, y casi sin notarlo llego su adolescencia. Fue entonces cuando emprendió viaje a América, tan solo con 18 esperanzados años, así es, un joven casi un niño, pero con responsabilidades e ideales de hombre, como cuando dejo su patria amada, buscando otras tierras más allá del mar, Chile y a una pequeña ciudad en particular en el centro del país, Melipilla.
Aquí en nuestra ciudad hecho raíces y empezó a amar una nueva tierra. Es así, como contrajo matrimonio con Doña Elena Elgarrista, también de procedencia española, y con la cual tuvo un hijo: John Eguia Elgarrista; pero Antonio era un hombre inquieto y ese rasgo de su carácter lo llevo a ingresar al cuerpo de bomberos de la ciudad y repartir sus amores y su generosidad entre su hogar y la bomba: permaneció un corto periodo en la segunda compañía para después definirse, como su corazón lo quería, un primerino, como sirvió a la comunidad con notable fervor, y un entusiasmo sin límites propios del alma de aquel muchacho primerino “el vizcaíno”. Así es, notable fervor y entusiasmo sin límites, hicieron que Don Antonio se caracterizara por estar presente en academias, incendios y formaciones; además de ocupar grandes cargos en la compañía.
Y como es la vida, los días pasaron e hicieron de Don Antonio un voluntario honorario; mas una gran recompensa, su hijo John lo hizo orgulloso al saber que su savia seguiría sus pasos e integraría a las filas de la primera compañía.
El tiempo seguía pasando, y cada vez desgastaba mas su cuerpo, pero no su voluntad y entusiasmo que dejo demostrado para la eternidad el día 17 de febrero de 1964, cuando la sirena alertaba a la ciudad y los caballeros del fuego a acudir a un incendio de pastizales en el sector de esmeralda.
Don Antonio con el numero 1 en el casco y con “Deber y Disciplina” en su espíritu, tripulo el viejo carro chevrolet porta escala de la 2ª cia, cosa que no había hecho desde que dejo aquella compañía; tripulo pero nunca llegaría a su destino. En la intersecciones de las calles avenida Vicuña Mackena y hurtado en el cuerpo fatigado de Don Antonio cayo al asfalto, los intentos de sus compañeros por auxiliarlo fueron en vano; mientras era llevado la hospital su cuerpo dio el último suspiro y su corazón el ultimo latido cuando pasaba frente a su propio hogar.
De aquel día que hay un espacio en las filas, y de aquel día sus compañeros gritan “firme” cuando escuchan su nombre.
Del voluntario más antiguo, hasta el último en la lista, sabemos que Don Antonio nos guía del cuartel celestial en cada academia, formación o incendio al cual acudimos, y compitiendo con entusiasmo pero por sobre todo con nuestro número 1 en el casco y con “Deber y Disciplina” en nuestro espíritu.
Voluntario honorario Antonio Eguia Olivares, Firme muerto en acto de servicio.


 



Ramiro Núñez Acuña nace en la localidad de Litueche el 30 de noviembre de de 1956. Hijo de don Juan Núñez y doña María Acuña; ambos esforzados agricultores de la zona, siendo Ramiro  el cuarto de sus 8 hermanos.
Desde niño destaco en Ramiro su voluntad de servicio, la cual demostraba íntegramente en su carácter amable y colaborador.
En el año 1975 un joven Ramiro contrae matrimonio a la edad de 19 años con su amor de toda la vida, señorita María Orellana, de dicho  matrimonio nacen cuatro hijos: Claudio, Marisol, Oscar y Margarita. No puedo dejar de mencionar que hoy en día tenemos el honor de compartir filas con los  dos hijos varones; Claudio y Oscar.
En 6 de agosto de 1978 en su afán siempre noble de servir al que lo necesita, un joven Ramiro con sólo 21 años de edad presenta su solicitud de ingreso a  la primera compañía del cuerpo de bomberos de Melipilla, la misma fue aceptada el 04 de Octubre de ese mismo año.
Durante su carrera Bomberil Don Ramiro no ocupo cargos de oficial en la compañía, sin embargo eso no significo el no destacar como un voluntario siempre dispuesto y trabajador por su querida bomba Ignacio Serrano. Los más jóvenes de aquella época lo recuerdan como un bombero siempre dispuesto a enseñar y aconsejar a aquel camarada que lo necesitaba. 
En el año 1998 los oficiales de ese entonces solicitaron la renuncia del voluntario Ramiro Núñez debido a su escasa asistencia a los actos de servicios y citaciones de compañía, sin embargo existía un secreto que la oficialidad no conocía… Don Ramiro siempre de bajo perfil en la humildad que constantemente lo caracterizó, junto a su familia pasaba por muy duros momentos, un cáncer gástrico lo aquejaba ferozmente con un muy mal pronóstico.
Al conocerse la triste noticia se revocó la solicitud de renuncia  y fue nombrado Voluntario Honorario de Compañía, pensado en un penoso desenlace.  Sin embargo, la fortaleza de Don Ramiro y su familia pudo más que aquella rebelde enfermedad, cumpliéndose así el más anhelado deseo de aquel Voluntario, el volver a servir a la comunidad con casco y cotona en su querida primera compañía.
Así transcurrió la vida de Don  Ramiro hasta el fatídico día 10 de Diciembre del año 2005, día que cada primerino jamás olvidará. A las 12:36 hrs. en la central de comunicaciones del cuerpo de bomberos de  Melipilla se dio la alarma de incendio. El siniestro se producía en el Cerro Sombrero, con serio riesgo de que el fuego se propagara a algunas viviendas del lugar, concurrieron al llamado las tres Compañías de la ciudad con una dotación de 70 voluntarios, entre los cuales se encontraba Don Ramiro.
Cerca de las 15:00 horas el viento reinante hizo que la dirección del fuego cambiara su rumbo, dejando encerrados entre las llamas al voluntario Luis Paredes, en aquel entonces de 17 años y quien llevaba sólo 6 meses como bombero.
Al verse envueltos en las llamas y sin salida alguna, Don Ramiro en un acto de valentía incalculable cubre con su propio cuerpo a Luis, con la intención de protegerlo del fuego reinante aunque esto le costara la vida.
Tras ser rescatados por sus camaradas, ambos voluntarios presentaban serias quemaduras, sin embargo Don Ramiro no pudo resistir y tras una larga y dolorosa agonía, alrededor de las 23:35 hrs. del jueves 29 de diciembre del año 2005 dejó de existir.
Don Ramiro, así se convierte en el segundo mártir del cuerpo de bomberos de Melipilla, engrosando la lista eterna de voluntarios que nos acompañan siempre desde el cuartel celestial.
Mártir Ramiro Núñez Acuña, firme, muerto en acto de servicio.

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